"Como el tiempo sólo es una emoción, imagino que al final de la vida uno podrá resumir toda su existencia en el recuerdo de un verano, de una sobremesa con los amigos, de un viaje, de un aroma, de una canción. En la vida de cualquiera hay un verano donde se cruzaron varios caminos. suele suceder al final de la adolescencia. Fue aquel verano en que uno se enamoró por primera vez o en el que se enteró de una pasado familiar que desconocía o en el que descubrió la historia de la guerra que le habían ocultado o en el que se reconoció por primera vez el propio cuerpo en medio de la naturaleza de los sentidos.
Con el tiempo la memoria se convierte en una sensación y dentro de ella sonarán hasta el final de la vida las risas de aquellas tertulias en el café o en las sobremesas de noche durante las vacaciones bajo las vacaciones. de la misma forma a uno le acompañarán siempre algunos sonidos. El más misterioso de todos era el silbido desgarrado del tren que cruzaba la campa en la oscuridad. Uno lo oía en la cama dentro del sueño y parecía que se llevaba con él todos los sueños posibles de fuga. El sonido del agua en los canalones durante los temporales de invierno, el silencio blando de la nieve, los tacones de una mujer en el callejón de un barrio duro, las voces de algunas parejas que vuelven de juerga por el pasillo del hotel, las distintas puertas que se cierran y a continuación los gemidos de una orgasmo en la habitación de al lado.
Probablemente la lectura de una libro o del estudio de una asignatura en la universidad irá unido de forma sustancial con el aroma de un guiso que llegaba de la cocina y también una canción te recordará siempre un tema de Derecho o de Anatomía. por mi parte recordaré siempre aquél verano iniciático de mi adolescencia en el hotel Voramar de Benicassim, la campana del tranvía de la Malvarrosa, el olor a pino en el jardín de Villa Valeria en el Guadarrama, la tertulias en el Café Gijón al final de la dictadura, la sobremesa con los amigos alrededor de Rafael Azcona y entre todos los viajes el que hice a Itaca. Como canta Yvie Anderson: el amor es como un cigarrillo que se quema a medida que se acerca a la boca. El resto solo es humo."
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