13 marzo, 2011

Campo de mostaza, California.


     Tu madre y yo teníamos un Morris Mini. Era un coche diminuto, como el coche de un parque de atracciones, y uno de los limpiaparabrisas estaba roto, así que tenía que sacar la mano por la ventanilla para manejarlo. En esa época a tu madre la volvían loca los campos de mostaza, siempre quería que fuéramos a verlos cuando hacía buen día, por todo Davis. Entonces había más campos y menos gente. Pasaba en todo el mundo. Y aquí empezamos la educación en casa. El mundo era al principio un gran campo, y la Tierra era plana. Y todas las bestias vagaban por el campo y no tenían nombre, y cada animal grande se comía al animal más pequeño, y nadie se sentía mal por eso. Después vino el hombre, y llegó, encorvado, peludo, estúpido y débil, a los confines de la Tierra y se multiplicó, y mientras esperaba se volvió tan numeroso y retorcido y asesino que los confines de la Tierra empezaron a combarse. Los confines se doblaron y se curvaron lentamente, hombres, mujeres y niños se apelotonaban unos encima de otros para permanecer en el mundo y agarraban la piel de la espalda de los demás al escalar hasta que finalmente todos los hombres estaban desnudos y despojados y tenían frío y eran asesinos y se aferraban al confín de mundo.
     Su padre hizo una pausa, y Roy dijo: ¿Y entonces qué?
     Con el tiempo, los confines se terminaron tocando. Se doblaron y se unieron y formaron el globo, y el peso echó el mundo a rodar y los hombres y las bestias dejaron de mirarse. Entonces el hombre miró al hombre, y, como todos éramos tan feos, sin pelo y con bebés que parecían escarabajos patateros, el hombre se dispersó y empezó a matar bestias y a vestir su pelaje más bonito.
     Ja, dijo Roy. Pero luego qué.
     Lo que pasó después es muy complicado de contar. En algún momento aparecieron la culpa, el divorcio, el dinero y Hacienda, y todo se fue al infierno.
     ¿Crees que todo se fue al infierno cuando te casaste con mamá?
     Su padre le lanzó una mirada que dejó claro que Roy había ido demasiado lejos. No, creo que se fue al infierno un poco antes. Pero es difícil decir cuándo.


Fragmento de Sukwan Island, de David Vann