23 febrero, 2010

Primera parte: la levedad y el peso


1. La idea del eterno retorno es misteriosa y con ello Nietzsche dejó perplejos a los demás filósofos: ¡pensar que alguna vez haya de repetirse todo tal y como los hemos vivido ya, y que incluso esa repetición haya de repetirse hasta el infinito! ¿Qué quiere decir ese mito demencial?
El mito del eterno retorno viene a decir, per negationem, que una vida que desaparece de una vez para siempre, que no retorna, es como una sombra, carece de peso, está muerta de antemano y, si ha sido horrorosa, bella, elevada, ese horror, esa elevación o esa belleza nada significan. No es necesario que los tengamos en cuenta, igual que una guerra entre dos Estados africanos en el siglo catorce que no cambió nada en la faz de la tierra, aunque en ella murieran, en medio de indecibles padecimientos, trescientos mil negros.
¿Cambia algo la guerra entre dos Estados africanos si se repite incontables veces en un eterno retorno?
Cambia: se convierte en un bloque que sobresale y perdura, y su estupidez será irreparable.
Si la Revolución francesa tuviera que repetirse eternamente, la historiografía francesa estaría menos orgullosa de Robespierre. Pero dado que habla de algo que ya no volverá a ocurrir, los años sangrientos se convierten en meras palabras, en teorías, en discusiones, se vuelven más ligeros que una pluma, no dan miedo. Hay una diferencia infinita entre el Robespierre que apareció sólo una vez en la historia y un Robespierre que volviera eternamente a cortarle la cabeza la cabeza a los franceses.
Digamos, por tanto, que la idea del eterno retorno significa cierta perspectiva desde la cual las cosas parecen de un modo distinto a como las conocemos: aparecen sin la circunstancia atenuante de su fugacidad. Esta circunstancia atenuante es la que nos impide pronunciar condena alguna. ¿Cómo es posible condenar algo fugaz? El crepúsculo de la desaparición lo baña todo con la magia de la nostalgia; todo, incluida la guillotina.
No hace mucho me sorprendí a mí mismo con una sensación increíble: estaba hojeando un libro sobre Hitler y al ver algunas de las fotografías me emocioné: me habían recordado el tiempo de mi infancia; la viví durante la guerra; algunos de mis parientes murieron en los campos de concentración de Hitler; ¿pero qué era su muerte en comparación con el hecho de que las fotografías de Hitler me habían recordado un tiempo pasado de mi vida, un tiempo que no volverá?
Esta reconciliación con Hitler demuestra la profunda perversión moral que va unida a un mundo basado esencialmente a la inexistencia del retorno, porque en ese mundo todo está perdonado de antemano y, por tanto, todo cínicamente permitido.

2. Si cada uno de los instantes de nuestra vida se va a repetir infinitas veces, estamos clavados a la eternidad como Jesucristo a la cruz. En el mundo del eterno retorno descansa sobre cada gesto el peso de una insoportable responsabilidad. Ese es el motivo por el cual Nietzsche llamó a la idea del eterno retorno la carga más pesada (das schwerste Gewicht).
Pero si el eterno retorno es la carga más pesada, entonces nuestras vidas pueden aparecer, sobre ese telón de fondo, en toda su maravillosa levedad.
¿Pero es de verdad terrible el peso y maravillosa la levedad?
La carga más pesada nos destroza, somos derribados por ella, nos aplasta contra la tierra. Pero en la poesía amatoria de todas las épocas la mujer desea cargar con el peso del cuerpo del hombre. La carga más pesada es por lo tanto, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de suelo estará nuestra vida, más real y verdadera será.
Por el contrario, la ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire, vuele hacia lo alto, se distancie de la tierra, de su ser terreno, que sea real sólo a medias y sus movimientos sean tan ligeros como insignificantes.
Entonces, ¿qué hemos de elegir? ¿El peso o la levedad?
Ese fue el interrogante que se planteó Parménides en el siglo sexto antes de Cristo. A su juicio todo el mundo estaba dividido por principios contradictorios: luz-oscuridad; sutil-tosco; calor-frío; ser-no ser. Uno de los polos era, según él, positivo (la luz, el calor, lo fino, el ser), el otro negativo. Semejante división entre los polos positivos y negativos puede parecernos puerilmente simple. Con una excepción: ¿qué es lo positivo, el peso o la levedad?
Parménides respondió: la levedad es positiva, el peso es negativo.
¿Tenía razón o no? Es una incógnita. Sólo una cosa es segura: la contradicción entre peso y levedad es la más misteriosa y equívoca de las contradicciones.

Milan Kundera, La insoportable levedad del ser.

07 febrero, 2010

EL RESTO ES HUMO, de Manuel Vicent


"Como el tiempo sólo es una emoción, imagino que al final de la vida uno podrá resumir toda su existencia en el recuerdo de un verano, de una sobremesa con los amigos, de un viaje, de un aroma, de una canción. En la vida de cualquiera hay un verano donde se cruzaron varios caminos. suele suceder al final de la adolescencia. Fue aquel verano en que uno se enamoró por primera vez o en el que se enteró de una pasado familiar que desconocía o en el que descubrió la historia de la guerra que le habían ocultado o en el que se reconoció por primera vez el propio cuerpo en medio de la naturaleza de los sentidos.
Con el tiempo la memoria se convierte en una sensación y dentro de ella sonarán hasta el final de la vida las risas de aquellas tertulias en el café o en las sobremesas de noche durante las vacaciones bajo las vacaciones. de la misma forma a uno le acompañarán siempre algunos sonidos. El más misterioso de todos era el silbido desgarrado del tren que cruzaba la campa en la oscuridad. Uno lo oía en la cama dentro del sueño y parecía que se llevaba con él todos los sueños posibles de fuga. El sonido del agua en los canalones durante los temporales de invierno, el silencio blando de la nieve, los tacones de una mujer en el callejón de un barrio duro, las voces de algunas parejas que vuelven de juerga por el pasillo del hotel, las distintas puertas que se cierran y a continuación los gemidos de una orgasmo en la habitación de al lado.
Probablemente la lectura de una libro o del estudio de una asignatura en la universidad irá unido de forma sustancial con el aroma de un guiso que llegaba de la cocina y también una canción te recordará siempre un tema de Derecho o de Anatomía. por mi parte recordaré siempre aquél verano iniciático de mi adolescencia en el hotel Voramar de Benicassim, la campana del tranvía de la Malvarrosa, el olor a pino en el jardín de Villa Valeria en el Guadarrama, la tertulias en el Café Gijón al final de la dictadura, la sobremesa con los amigos alrededor de Rafael Azcona y entre todos los viajes el que hice a Itaca. Como canta Yvie Anderson: el amor es como un cigarrillo que se quema a medida que se acerca a la boca. El resto solo es humo."